jueves, 26 de febrero de 2009

Eduardo Gil Bera: "Torralba" Rafael Saura: "Huir del aire"

18 de junio de 2002
Premio Nacional de Novela Histórica Alfonso X el Sabio 2002


Torralba
Pensó si el mundo como un ser que se traga y vomita tiempos, papas, reyes, guerreros, astros y libros. Y si todo eso se agitaría en sus entrañas. Así que quiso ser médico, pero médico del mundo, para tomarle el pulso, tantearle las junturas de los huesos, verle la lengua y saberlo todo.

Sinopsis
El doctor Torralba vivió el período más brillante del Renacimiento en Italia y en España, protegido por magnates y príncipes de la Iglesia. Su gran prestigio como ocultista y el proceso inquisitorial que sufrió hicieron de él un personaje extraordinariamente célebre. Personajes tan relevantes cono los Reyes Católicos, los Borja, Cisneros, el Gran Capitán, los Medicis, Miguel Ángel, Da Vinci o Erasmo cobran vida en estas páginas, invocadas por la pluma irónica y original de un narrador subyugado por la excepcional personalidad de Torralba. Reflejo de una época de conjeturas en que florecieron innumerables ambiciones de saber y poder, esta sorprendente novela narra la desconocida peripecia de una de las figuras más destacadas de la historia esotérica de Occidente.

Eduardo Gil Bera (1957) es autor de los ensayos A este lado (1993), El carro de heno (1995) y Paisaje con fisuras (1999), así como de las novelas Sobre la marcha (1996), Os quiero a todos (1998) y Todo pasa (2000). De su producción reciente destaca la biografía Baroja o el miedo (2001).




Finalista del Premio Nacional de Novela Histórica Alfonso X el sabio 2002

Huir del Aire
Las aventuras de Dalmacio nos trasladan a una época tan fascinante como sórdida. Sus viajes y peripecias atrapan al lector en una absorbente trama donde una huida transformada en búsqueda desemboca en nuestros días.


SinopsisGalicia, siglo XIV. La peste arrasa Europa y se lleva consigo a la esposa de Dalmacio, un joven cantero que intenta salvar su vida y la de su hijo escondiéndose con él entre los muros del convento de Santa Isabel. Allí encuentra a la única superviviente de la comunidad, la hermana Hortelana, con quien entabla una lasciva relación, y a Mamede. Un antiguo fraile que se une al grupo. Pero la vida de este singular cuarteto se verá amenazada por algo peor que la peste: las maquinaciones de un malvado obispo que los acosa, forzándolos a abandonar se refugio.

Rafael Saura (1956) trabaja desde hace diecinueve años como delineante naval en Izar Ferrol, la antigua Astilleros Bazán. Huir del aire es su primera novela publicada.


El escritor navarro Eduardo Gil Bera y el escritor gallego Rafael Saura, ambos galardonados con el Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio, cuyas obras publica MR Ediciones, estuvieron en Santiago de Compostela, donde los promocioné ante la prensa gallega.
Eduardo Gil Bera, ensayista y novelista, se alzó con el Premio con la novela “Torralba”. La obra Finalista del Premio fue para “Huir del aire”, la primera novela (publicada) del delineante naval ferrolano Rafael Saura Rodríguez, que vivió la promoción emocionado por el éxito de la novela, y por las atenciones de los periodistas que le entrevistaron



ENTREVISTAS

El Correo Gallego: Xurxo Fernández
La Rosa de los Vientos
Titular: Oscuros sueños de Clío

Eso mismo diría Carlos Casares, que construyó en clave borgiana su famoso volumen de relatos. La Historia nutres desde siempre a la literatura hasta fundirse con ella. Y cuando pasa eso nace la mitología (Clío es la más veleidosa de todas las musas).

Hace pocos días se presentaban en Santiago lo Premios de novela histórica Alfonso X el Sabio, que acaba de editar Martínez Roca. Se hizo con el galardón Eduardo Gil Bera, con Torralba, y quedó finalista Rafael Saura con Huir del aire –esta última ambientada, por cierto, en la Galicia del siglo XIV-. Las dos son modélicas en cuanto a investigación, amenas en su factura, de una rara perfección y de un interés fuera de toda duda.
Llama la atención en los autores que ninguno de ellos sea seguidor asiduo de la novela histórica tal como se entiende habitualmente – Manfredi, Follet, Berling-, y sí de la antropología, y por supuesto, de la literatura clásica. Así es que Gil Bera cita La Ilíada como primer ejemplo de novela histórica –mucho más fidedigna de lo que parece, nos aclara y da cuenta de algunas investigaciones de este mismo año en torno a sus personajes y a Troya en concreto-, y Saura habla de la importancia de Marvin Harris y sus estudios sobre hábitos alimentarios. La conclusión, en todo caso, es que este género es difícilmente delimitable, como lo es el periodismo, y que la novela histórica puede ser algo escrito sobre la situación actual en el País vasco, y periodismo, no lo duden, es la Anábasis de Jenofonte –escrita en un lenguaje claro, preciso y, en resumidas cuentas, ampliamente informativo-.





Faro de Vigo: Carmen VillarTitular: Eduardo Gil Bera descubrió al personaje cuya vida y obra le valieron el Premio Alfonso X de la novela histórica en un escrito de Menéndez Pelayo. “Torralba” es el título del libro y nombre del doctor que aspiraba a saber en una época en que la Inquisición no veía con buenos ojos tales afanes.

“Quiso ser médico, pero médico del mundo, para tomarle el pulso, tantearle las junturas de los huesos, verle la lengua y saberlo todo”. Así describe Eduardo Gil Bera a un personaje que viviría en los años dorados del Renacimiento, protegido por los poderes mortales y divinos por unos conocimientos milagrosos de los que se desconocía el origen y a los que el propio interesado no daba mucha importancia. Tan conocido fue Torralba, que Cervantes lo menciona y Gil Bera lo considera uno de los principales inspiradores del mito de Fausto. Gil Bera, que acudió esta semana a Santiago a promocionar su obra, es autor de varias novelas y ensayos, de entre los que destaca, además de esta, novela premiada, su biografía Baroja o el miedo.
-Torralba tiene un, se podría llamar, ángel protector, llamado Zaquiel que le ayuda con su memoria, tanto hacia el pasado como hacia el futuro. ¿Tuvo usted algún ayudante similar?-Mi único ayudante fue mucho tiempo de trabajo porque descubrí a Torralba en 1995 y dediqué muchos meses a la investigación del personaje. La novela en sí no la comencé hasta 1998. No quiere eso decir que haya estado siete años escribiéndola.
-Ha construido una novela nada menos que con 125 personajes, además de Torralba. ¿Qué tienen en común los seres que desfilan por las páginas de esta historia?
-Están todos ellos encadenados por el leit-motiv de la ambición. Unos de poder, otros de dinero, otros de fama… Torralba también tiene ambición incluso más que los otros, aun que de otro tipo: su afán de saber.
-¿Ocurre con frecuencia, como dice en el libro, “que los hombres extraordinarios participan en alto grado de la invisibilidad”?
-Creo que sí. Aunque a veces lo que ocurre es que la fama y la leyenda se la tragan y quedan detrás y no se ven, como ocurre en el caso de Torralba. Esta vez, al quitar la leyenda, me encontré con cosas todavía más asombrosas e increíbles. Lo más increíble y lo que más parece cuento en la novela es lo que más documentado y contrastado está, como cuando busca un tesoro para un cardenal.
-Cuesta creer que un personaje como Torralba haya existido…
-Sí que existió. Sale en el libro V de La historia de los heterodoxos españoles de Menéndez Pelayo, que fue el primero que desenterró su proceso inquisitorial, que ha quedado documentado. Lo que me interesó es que le describe como “el único hombre de ciencia español nigromántico y escéptico”.
-A pesar de la mala fama de la Inquisición, él salió bastante bien parado. No acabó en la hoguera. ¿Influyeron acaso sus contactos con las altas estancias políticas y eclesiásticas?- Otros muchos tuvieron tan buena suerte como él. Este consiguió salir del proceso y volvió a reintegrarse al servicio del almirante de Castilla. Se nota leyendo el proceso que hubo un momento en que el inquisidor quedó completamente mareado. Aunque no lo pongo en la novela, en cierto momento el inquisidor se pregunta si el procesado no le estará contestando simplemente por burla y pasatiempo. Incluso Zaquiel consta expresamente en el proceso inquisitorial como su “espíritu familiar”.
-Torralba era un predecesor de Fausto. ¿Cree que hay mucha gente dispuesta a vender su alma para ganar el mundo, a pesar de las advertencias de Tomás Moro?

- Claro que sí. Creo que todos. Si entendemos alma como algo de sumo precio que no se debe vender y tocar, en principio no. Pero lo que pasa es que está esperando un buen postor.
-¿Los escritores también?- Los escritores también. Los que más
-¿Vendió la suya un poquito para conseguir el premio?
-No. Lo que vendí es muchísimo tiempo de trabajo.
- En la época de Torralba (y ahora) era “un arte al tener claro a quien se podía desairar y a quien no”. En su libro algunos quedan bastante mal…
-Lo que pasa es que soy muy escéptico y al estudiar la historia lo que se ve es ambición. Pero mucha. No sólo los cardenales quieren ser papas, que eso es evidente; los poetas quieren laureles… Incluso el populacho quiere ser adulado.
-¿Verdad sólo hay una, como dice en la obra, y siempre acaba por resplandecer?
-No me lo acabo de creer, pero está bien como argumento para escribir. Desde luego, si hay sólo una nadie la ha visto.
-¿Sigue siendo el mundo “un ser que come y vomita tiempo”?-Yo creo que sí. A veces vomita cosas infernales. Incluso nuestro propio pasado, que por momentos no reconocemos.
- ¿Coincidió realmente Torralba con Erasmo de Rótterdam y con Leonardo Da Vicnci?
-No tengo la grabación de las conversaciones, pero así fue.

“La escritura haría esclavos a los hombres”

-Torralba está hechizado por el poder que a su juicio reside en la escritura. ¿Ese poder es real?-Tiene tanto poder como el que se intuye en el libro y más, sobre todo hoy en día: testamentos, nóminas, sentencias… No sólo lo que está escrito en los libros canónicos de religión, sino todo lo escrito. Zaquiel le dijo a Torralba que se había cumplido la profecía de Platón, en la que unos egipcios le decían al sabio griego que llegaría un tiempo en que los papeles se multiplicarían y harían esclavos a los hombres. La escritura haría esclavos a los hombres.
-¿Y fue así?
-No hay duda. Hasta el dinero es papel.
-Entonces el escritor sería poderoso…
-Yo creo que cierto poder sí que tiene. Escribir es una gran responsabilidad. A veces el poder es irrisorio y desdeñable, pero en sí es un poder.
-La posterioridad, ¿importa menos de lo que parece?
-Yo creo que la posteridad no es justa.
-El cisma protestante, ¿se podría haber evitado si a Lutero le dejasen “mandar y cobrar”, tal como usted sugiere en su escrito?
-Yo creo que sí. El caso de Lutero es bastante evidente. Y le ocurre también a otros cardenales que salen en el libro que en cierto momento montan cismas que se habrían solucionado con unas prebendas. Lucero veía que no podía hacer carrera en roma y decidió montárselo por sí mismo.




Faro de Vigo: Carmen Villar
Titular: “Quizás el amor sea el redentor de todos los males del hombre”

Rafael Saura Rodríguez se hizo acreedor de la mención de finalista del Premio Nacional de Novela Histórica “Alfonso X el Sabio” con un relato, “Huir del aire”, que traslada a los lectores a una Galicia situada en el siglo XIV y desolada por la peste. El galardón permitió a este ferrolano publicar su primera novela, aunque todavía vive de su trabajo como delineante naval.
-Un protagonista comenta que los “intrusos” sufren “desprecio”. ¿Se siente usted así en su incursión literaria?
-Es verdad que soy de ciencias y trabajo como técnico, pero creo que es enriquecedor. Ni me siento intruso ni tratado como tal.
-¿Llegaron las fantasías que pueblan este libro por la noche, “a cara descubierta”? -Lo que a mi me inspira es viajar, especialmente por Santiago, que está plagada de monumentos que me trasladan a otra época. Y no tiene hora.
-¿Cuál sería la “peste” de hoy en día?
-No lo sé. Quizás la peste de ahora sea la amenaza de la guerra. El hombre de la calle cree que la historia está cerrada, pero no sabemos qué puede ocurrir.
-No parece haber consuelo para los que sufren en su novela.
-Creo que el hombre no tiene control ninguno sobre su destino. Estamos en manos de lo que nos venga.
-¿Ninguna escapatoria?
-Quizás el amor, en todas sus formas, también presente en la novela, sea el redentor de todos los males del hombre.
-Los vivos de ahora, ¿temen tanto a los muertos como ocurría entonces?
-Yo no temo a los muertos en absoluto. Mi padre, por ejemplo, murió, pero le tengo tanto amor que no me daría ningún miedo que se me apareciera.
-¿Siempre hay que darle una oportunidad al mañana?
-Creo que sí. Hay días verdaderamente negros, pero la vida cambia muchísimo. Y prueba de ello es que yo estoy aquí ahora, lo que me ha quitado muchos complejos.
-No trabajar, segura un personaje, no es cristiano y por eso no está bien visto…
-Sí, el pensamiento judeocristiano siempre ha intentado convencernos de que trabajar es estupendo. Aunque no tengamos por qué estar de acuerdo.
-Los monjes no parecen caerle bien…
-Pongo mal al alto clero. El bajo era como la Seguridad Social de la época.
-En el amor, dice, uno se entiende mejor sin palabras…
-Se puede hacer el amor con la mirada, simplemente.
-Dice que “No existe el pasado”. ¿Tampoco existe el después?
-Existe el día de hoy y sólo se puede vivir el hoy, aunque a veces vivamos de intentar.

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